¿Vida en el Espíritu o Vida en la Carne?


Por lo tanto, amados hermanos, no están obligados a hacer lo que su naturaleza pecaminosa los incita a hacer; pues, si viven obedeciéndola, morirán; pero si mediante el poder del Espíritu hacen morir las acciones de la naturaleza pecaminosa, vivirán. Pues todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. (Romanos 8:12-14 NTV)

Nuestra vida de creyentes no se limita solo a asistir los domingos a la iglesia local para realizar todas las actividades que según nuestro pensar es adorar a Dios. Hoy día tenemos iglesias repletas de personas que afirman haber confesado a Jesús el Hijo de Dios como Señor y Salvador, pero aún así fuera de las cuatro paredes del templo viven una vida que en nada se asemeja con una persona que verdaderamente ha tenido un nuevo nacimiento en Cristo. Esto sucede porque muchas de estas personas no han tenido la revelación de lo que significa llevar una vida de santidad para agradar a Dios, es decir, una vida en el Espíritu.

La Biblia nos describe en 1 Juan 2:16 "Pues el mundo sólo ofrece un intenso deseo por el placer físico, un deseo insaciable por todo lo que vemos y el orgullo de nuestros logros y posesiones. Nada de eso proviene del Padre, sino que viene del mundo".

Es claro pensar que muchas personas viven sus vidas de acuerdo a la pauta que el mundo les da, pero, ¿qué sentido tiene vivir de forma diferente?

De acuerdo con la Escrítura en Romanos 8:12-13; no estamos obligados a satisfacer los deseos de nuestra carne, es decir, las acciones de nuestro cuerpo, ya que si vivimos conforme a la naturaleza de pecado fijaremos nuestra mente en los deseos de tal naturaleza. Otro aspecto a considerar es que si no existe un verdadero arrepentimiento no podremos ver los frutos de arrepentimiento (Mateo 3:8) esto significa volverse a Dios y cambiar nuestra vana manera de vivir dando un giro a nuestra vida de 180º a todo lo que hacemos, decimos y pensamos.

Dios nos ha dado el iniguanable poder del Espíritu Santo y es a través de este poder que se puede vencer toda obra de la carne y comenzar a vivir una verdadera vida en el Espíritu. Como personas nacidas del Espíritu de Dios tenemos la capacidad de hacer morir la naturaleza de pecado que mora en nuestros cuerpos, porque aunque somos nuevas criaturas en Cristo Jesús (2 Corintios 5:17) vivimos en un cuerpo corruptible con la inclinación hacia el pecado.

Cada día debemos hacer morir al viejo hombre y no manifestar las acciones que la vieja naturaleza desea hacer, esto es recordar que el viejo hombre que está en nosotros fue juntamente crucificado con Cristo Jesús y es esta determinación la que consecuentemente nos llevará cada día a vivir según la voluntad de Dios y obtener la victoria que ya Cristo Jesús obtuvo por nosotros en la cruz del Calvario.

El éxito para lograr esta verdad en nuestras vidas es tener presente que somos Hijos de Dios y que seremos guiados por el Espíritu Santo para comenzar a vivir una vida en el Espíritu, no conforme a los deseos de la carne, sino vivir en el Espíritu confiando en que Jesús el hijo de Dios vive en nosotros por medio de su sacrificio y amor (Galatas 2:20).

Comienza hoy a vivir una vida en el Espíritu para que cada día reflejes al mundo la obra maravillosa que Dios está haciendo contigo a través de su Espíritu Santo.

Recuperando Lo Perdido


Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.  (Lucas 19:10 NVI)

Estamos viviendo tiempos donde muchas personas terminan por acabar con su existencia a consecuencia de las situaciones dificiles que les ha tocado vivir, pero en cada una de las pruebas y dificultades que tiene que enfrentar una persona Dios ha estado presente para asistirle por muy grande que pueda ser la situación.

Hoy los hospitales están abarrotados de gente sin esperanzas de vivir porque padecen de alguna enfermedad terminal, muchos matrimonios son tirados a la basura porque no se haya la felicidad anhelada en el hogar, otros deambulan por las calles cautivos de los vicios y sin un lugar donde pasar la noche, y así como estas situaciones otras más que no alcanzarían las lineas para ser mencionarlas.  El punto es que las personas que enfrentan estas situaciones son hombres y mujeres que fueron creados y diseñados a imagen y semejanza de Dios y sobre sus vidas se ciñe la consecuencia de la caida del hombre tal como lo describe Génesis 3.

El plan de Dios fue y ha sido siempre dar lo mejor de si para el hombre, pero este en su espíritu de independencia ha decidido vivir de espaldas a Dios creyéndose el dueño de su propia vida y es asi como muchos han errado el camino, siendo engañados por satanás y por el mundo.

Dios en su infinita gracia y misericordia estableció un plan maravilloso y perfecto para que la humanidad desista de su vana manera de vivir y vuelva al plan original de su creador. El envió lo más preciado que tenía: su Hijo Amado, Jesús de Nazaret el Cordero inmolado en quien no se halló pecado alguno y quien fue sometido a las mismas presiones y pasiones a las cuales hoy día somos expuestos los que vivimos en este tiempo, y que por causa de su muerte y resurrección nos dio la victoria sobre toda obra de maldad en contra de nuestras vidas. ...Por esta razón vino el Hijo de Dios al mundo: para destruir todo lo que hace el diablo (1 Juan 3:8 TLA).

Jesús vino a recuperar todo lo que se perdió. La autoridad que Dios le delego de forma legítima al hombre en el huerto del Edén fue perdida cuando este no asumió su responsabilidad de ejercer dominio, pero Jesús el hijo de Dios vino para darnos de  nuevo esa autoridad y recuperar nuestra posición como Hijos de Dios.

La victoria de Jesús en la cruz del calvario ante satanás fue contundente. La Biblia dice en Colosenses 2:15 que Dios les quitó el poder a los espíritus que tienen autoridad, y por medio de Cristo los humilló delante de todos, al pasearlos como prisioneros en su desfile victorioso (TLA).

Tienes en tus manos la oportunidad de poder ser bendecido con esta gran verdad y de poder bendecir a quienes están en las prisiones y el cautiverio de satanás. Dios te ha conferido autoridad legal sobre todas las obras de la carne, del pecado y de las tinieblas. Levantate y esfuérzate en ejercer el dominio con la unción de autoridad que Cristo revistio en ti al vencer por ti porque por eso somos más que vencedores en Cristo Jesús. En medio de todos nuestros problemas, estamos seguros de que Jesucristo, quien nos amó, nos dará la victoria total. (Romanos 8:37 TLA).

¿Quienes somos?

Somos un ministerio para difundir las buenas noticias del reino de los cielos y testificar de Jesucristo el Hijo de Dios como el único Camino, la única Verdad y la unica Vida para ser reconciliados con nuestro Dios y Padre Celestial.

Visión

Ser un ministerio Cristocéntrico para difundir las Buenas Nuevas de salvación y establecer el reino de Dios para la la manifestación de su gloria a las naciones de la tierra.

Misión

Proclamar a toda criatura las buenas nuevas de salvación partiendo desde nuestro entorno y hasta lo último de la tierra.

Establecer el reino de los cielos a través de las señales y manifestaciones sobrenaturales en el poder del Espíritu Santo.

Afirmar en cada creyente los fundamentos de la fe en Cristo Jesús para se convierta en un discípulo trasnformado y renovado a través de la manifestación del Espíritu Santo en su vida.

Capacitar a cada discípulo con la impartición de principios biblìcos que lo lleven a descubrir y desarrollar el propósito de Dios para su vida para que pueda multiplicarse en otros.

Enviar a cada discípulo al cumplimiento de la Gran Comisión a través del ministerio al que Dios le ha llamado a servir.

Decálogo de Fe

Creemos en:

1. Un solo Dios: Soberano y creador de todo el universo.

2. La Trinidad de Dios: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.

3. La Divinidad de Jesucristo: Jesucristo el único hijo de Dios, nacido de mujer virgen engendrado por obra del Espíritu Santo.

4. La Biblia: La Palabra de Dios inspirada y revelada a través de Su Santo Espíritu, como la única fuente de autoridad moral y espiritual y norma fundamental de conducta.

5. La Salvación: la cual se obtiene por gracia mediante el arrepentimiento y confesión de pecados por medio de la fe en Jesucristo como el único y suficiente salvador para darnso la vida eterna.

6. Gobierno de Dios: El reino de los cielos es el diseño que Dios desea para nuestras vidas conforme a su soberana voluntad, tomando como fundamento a Cristo Jesús como cabeza de la iglesia mediante el modelo apostólico y profético.

7. La Santidad: Sin santidad nadie vera a Dios, por lo cual el creyente debe desarrollar un estilo de vida que agrade a Dios como reflejo de la obra del Espíritu Santo.

8. El Bautismo y la Cena del Señor: Ordenanzas dadas a la iglesia para recordar la muerte y resurrección de Jesucristo a una nueva vida de victoria y de santidad.

9. Dones Espirituales: Los cuales son repartidos según la manifestación sobrenatural del Espíritu Santo para la edificación de la iglesia.

10. La unidad de la iglesia: mediante la constitución del ministerio quíntuple para la edificación del cuerpo de Cristo.

Valores

La Familia: como el diseño de Dios por medio de la unión matrimonial de un hombre y una mujer para el establecimiento de valores éticos, morales y espirituales. (Génesis 1:28)

La Obediencia: como el principio que nos da revelación de ser hijos de Dios para honrarlo y ser merecedor de la autoridad espiritual y la herencia que nos ha sido reservada. (Filemón 1:21)

La Mayordomía: capacidad que debe desarrollar un creyente para administrar diligentemente los recursos que Dios coloca en sus manos. (Lucas 12:43-44)

La Fidelidad: atributo que nos permite desarrollar el más alto sentido de compromiso para con el Señor y para con los hombres. (Salmos 101:6)

La Integridad: virtud que refleja el testimonio cabal del creyente, basado no solo por lo que hace, sino por lo que es en todas las áreas de su vida. (Proverbios 11:3)

El Desarrollo Integral: como el proceso de crecimiento hacia la madurez espiritual y el desarrollo del carácter en el creyente conforme al modelo de Jesucristo. (Efesios 4:13)

La Excelencia: como la cualidad que nos impulsa hacia la motivación para el logro de nuestras metas en Cristo Jesús. (Colosenses 3:23-24)