La noche en que Pedro negó a Jesús, tuvo que haber sido la hora más negra y oscura de su existencia, no solo por el hecho de haber negado a Jesús, sino también porque se estaba cumpliendo en su vida lo que ya Jesús le había anticipado que iba a ocurrir.
¿Qué puede causar que lloremos amargamente?
- Perdida de nuestra identidad.
Llorar amargamente es el resultado de haber perdido la identidad de quienes somos en Jesús, ya que le hemos dado paso a la negación total de nuestra fe.
Pedro no solo negó al Señor, el estaba negando las veces que anduvo con Jesús, negaba las veces que vio a Jesús realizar las señales y prodigios portentosos, más aún, negaba las veces que habían orado juntos, negó que unas horas antes habían compartido su último alimento, estaba negando hasta las mismas señales y milagros que el mismo había realizado en Su nombre.
Pedro no solo negó al Señor, el estaba negando las veces que anduvo con Jesús, negaba las veces que vio a Jesús realizar las señales y prodigios portentosos, más aún, negaba las veces que habían orado juntos, negó que unas horas antes habían compartido su último alimento, estaba negando hasta las mismas señales y milagros que el mismo había realizado en Su nombre.
Esta circunstancia condujo a Pedro a experimentar en carne propia la bajeza de su naturaleza pecaminosa, por cuanto el mismo Jesús le había profetizado que su fe sería conmovida.
Al igual que Pedro tú puedes pasar momentos similares, puesto que el diablo está al asecho para zarandearnos como se hace con la espiga de trigo. La Biblia describe en Lucas 22:31; que Jesús le manifiesta a Pedro que el diablo lo ha pedido para atacar su fe, pero Jesús le dice en el versículo 32: “Pero yo he orado por ti, para que no falle tu fe. Y tú cuando te hayas vuelto a mi, fortalece a tus hermanos”.
En otras palabras, el Señor le estaba afirmando a Pedro que el se iba a separar de lo que el mismo estaba declarando.
¿Qué tan firmes somos con lo que declaramos?
No me sorprende la respuesta de Pedro en el versículo 33 ya que se tiene que vivir el momento de prueba para que lo que hemos declarado podamos mantenerlo firme no solo con nuestros labios, sino con nuestro corazón.
Al igual que Pedro, nosotros podemos negar lo que hemos declarado con nuestras palabras, pero eso hace evidente nuestra perdida de identidad.
Al igual que Pedro, nosotros podemos negar lo que hemos declarado con nuestras palabras, pero eso hace evidente nuestra perdida de identidad.
- Nuestra condición espiritual se viene a menos
Jesús se dirigió al Getsemaní para apartarse en la oración y uno de los discípulos que le acompañaba fue Pedro (Mateo 26:37) pero Pedro no pudo mantener ni siquiera su propia voluntad para acompañar al Señor en oración ya que al igual que los otros discípulos, fueron victimas del sueño y no pudieron mantenerse despiertos como se los había instruido Jesús.(vv 40-41).
- El Valor
Pedro negó grandes verdades en su vida, pero también se derrumbo su valor, el mismo hombre que en vv 33 afirmo que estaba dispuesto a ir a la cárcel y morir por causa de Jesús, perdió el denuedo cuando fue identificado con Jesús.
- Llorar amargamente nos conduce al arrepentimiento
En uno de los momentos más críticos para Jesús, allí estaba Pedro, observándole desde lejos y contemplando todo lo que le acontecía a Su amado maestro y Señor, pero este, tal vez haya sido el momento mas lúgubre para Pedro, justo en ese instante cuando el negó toda relación que le señalara como uno de los discípulos de Jesús, allí se dejo escuchar el sonido estridente del canto de un gallo, recordándole a Pedro el cumplimiento de lo que antes le fue dicho.
En ese instante que tal vez pudo haber parecido toda una eternidad para Pedro, Jesús dirigió su mirada hacia donde se encontraba y su mirada no fue de acusación, sino más de bien de amor y de misericordia, siendo esta la causa por la que este hombre no pudo contener un momento más en aquel lugar saliendo despavorido y sufriendo la amargura de haber negado el grande amor de Su Señor.
Indudablemente, Pedro pudo reconocer su falta y allí en aquel lugar sus lágrimas de dolor lo confrontaron con la culpa haciéndole saber de su arrepentimiento.
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