El terreno más fértil para plantar una semilla es el reino de los cielos. Allí podemos sembrar confiadamente con la expectación de que nuestra semilla dará fruto.
Ahora bien, lo importante en este asunto de la siembra y la cosecha no solo es la semilla, sino también la intención con la que sembramos, es allí donde encontramos la verdadera escencia del fruto que vamos a esperar de esa semilla y ese es el valor que tiene para Dios nuestra siembra en su reino.
La Palabra de Dios dice: "fuera de mi no podéis dar fruto" (Juan 15:4), de manera que es imperativo estar conectado a la fuente que nos dará la sana alimentación y el crecimiento en nuestro andar diario con Jesús.
Tu semilla tiene un gran valor a los ojos de Dios porque fue Él mismo quien la planto en tu corazón, ya que Él te considera "tierra fértil" para que por medio de esa semilla puedas traer fruto al 30, 60 y al 101, (Marcos 4:20), porque del dador de la sermilla has recibido todo lo necesrio para dar fruto y esta progresión numérica de 30, 60 y 101; no es otra cosa sino que el crecimeinto que va alcanzando tu semilla en la medida en que te conviertes en buena tierra.
Has tu parte, Dios está haciendo la suya. Siembra semillas de fe en tu vida y espera convencido de lo que has sembrado.
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