Cuando se menciona el tema de la alabanza y la adoración es importante señalar que las mismas son expresiones de los sentimientos más profundos de un corazón agradecido, lleno de amor y de la misericordia de Dios.
Este pasaje de la Biblia nos muestra la disposición del rey David para traer de nuevo a su pueblo un espíritu de entrega y devoción a través de la alabanza y la adoración.
David en su intención de involucrar a toda la casa de Israel en la alabanza y adoración a Dios, decide trasladar el Arca del Pacto y establecerla en Jerusalén para lo cual erigió una tienda, la cual se le conoció con el nombre de “tabernáculo” que significa “lugar de reunión”. A través de la alabanza y la adoración, el pueblo de Israel procuraba la manifestación de la gloria de Dios, al tiempo que Él respondía derramándose con toda clase de bendición celestial (Salmo 133).
El Arca del Pacto, era el símbolo de la presencia de Dios para la casa de Israel y con esta motivación David, estalló en júbilo y gozo al saber que su pueblo podía tener encuentros llenos de poder y de gloria con Dios.
David es el más notorio ejemplo de alabanza y adoración a Dios que nos enseña la Biblia , desde el punto de vista de entregar a Dios lo más profundo del sentimiento humano. David, se entregó de una manera desmedida a la adoración a Dios y no solo eso sino que lo hacía sin reserva alguna y de forma extravagante. El entendió el verdadero significado de la devoción a Dios por medio de la alabanza y adoración, siendo objeto de críticas y de señalamientos, aún de su propia esposa Betsabet.
Esta forma de alabar y adorar que practicaba David y toda la casa de Israel, fue lo que propició que en los momentos más sublimes de su entrega, Dios derramaba su gloria y su esplendor.
Hoy día estamos notando que esta realidad manifestada en los tiempos de Moisés, David y de Salomón se ha perdido dentro de la iglesia del Señor Jesús, puesto que se ha perdido el verdadero sentir de entregar alabanza y adoración al Señor. Se ha caído en lo tradicional, metódico y cotidiano, cumpliendo simplemente con un programa establecido para cubrir un espacio de tiempo dentro del servicio, esta es sin duda alguna una actitud que definitivamente no procurará de ninguna manera traer la gloria de Dios a nuestros servicios de celebración.
No se establece la prioridad en lo que debe significar para un creyente entrar en un tiempo único y especial de rendición total y absoluta a Dios.
Al parecer se está más pendiente de la forma como se adora a Dios que de entregar una genuina adoración a Él, la Biblia dice en Juan 4:23-24 “Pero se acerca la hora, y ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad, [a] porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. 24 Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad”.
<!--[if !supportLists]-->Ø <!--[endif]-->En Espíritu
Adorar en espíritu es adorar de todo corazón. El adorar en espíritu también significa adorar a partir de nuestros espíritus por el poder del Espíritu Santo, los cuales residen en el mismo lugar interior que la Biblia llama nuestro corazón o espíritu.
<!--[if !supportLists]-->Ø <!--[endif]-->En Verdad
Adorar en verdad es adorar y permitir que el Señor escudriñe las profundidades internas de nuestro corazón. Proverbios 20:27 “Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre, la cual escudriña lo más recóndito del ser”.
Y sucedió que cuando los sacerdotes salieron del santuario, la nube llenó la casa de Jehová.
Y los sacerdotes no pudieron continuar sirviendo por causa de la nube,porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Jehová. (1 Reyes 8:10,11)
Notamos en el pasaje que David desbordaba de gozo por rendir alabanza y adoración al Señor y fue criticado nada menos que por su esposa, Mical, la cual pretendía ridiculizarlo por su estilo de adoración. Hoy vemos en las iglesias como existen (Mical) personas que están más pendientes de la forma de adoración de la persona que tiene a sus lados, perdiendo así, toda motivación de poder fluir en el río que Dios quiere derramar y dejar correr en medio de su iglesia.
Contrario a lo que nos enseña la Biblia en cuanto a cómo presentar alabanzas y rendir adoración a Dios, este espíritu que operó en Mical, está operando en la iglesia impidiendo traer la gloria de Dios en medio de su pueblo.
¿Qué causa este espíritu en el pueblo de Dios?
1. El pecado o cualquier forma de desobediencia (Juan 14.30).
2. Miedo o el temor (Lucas 1.73, 74).
3. Acusación, crítica y juicio.
4. División en medio del pueblo de Dios (Lucas 11.17).
5. Incredulidad (Marcos 6.5, 6).
6. Apatía o la pasividad.
7. El engaño y la mentira (Juan 8.44).
2. Miedo o el temor (Lucas 1.73, 74).
3. Acusación, crítica y juicio.
4. División en medio del pueblo de Dios (Lucas 11.17).
5. Incredulidad (Marcos 6.5, 6).
6. Apatía o la pasividad.
7. El engaño y la mentira (Juan 8.44).
Entendamos que la presencia de Dios es una cosa y la gloria de Dios es otro asunto y hay muchos Mical que están en las iglesias satisfechos con saber que la presencia de Dios está en el lugar, pero les importa muy poco si la gloria del Señor se hace ausente y vemos como estas personas se van a sus casas igual que cómo llegaron a la iglesia, sencillamente no pasa nada en sus vidas, lo cual les va causando una sequía espiritual trayendo como resultado que no den frutos, al igual que Mical que murió sin poder concebir hijos.
<!--[if !supportLists]-->Ø <!--[endif]-->Limpiémonos
Como no podemos adorar a Dios en la carne, es importante que nos limpiemos de todo pensamiento carnal y maldad, para que nuestros espíritus puedan adorar a Dios por Su Espíritu. Debemos limpiarnos y adorar a Dios con un corazón puro. La carne no puede adorar a Dios. Si nos despojamos de todo lo que no es de Dios, no quedará nada sino nuestros espíritus adorando por el Espíritu de Dios. Somos todos los que nos reunimos a adorar, quienes procuramos que Dios se manifieste en el lugar de reunión, es decir, en el tabernáculo y es nuestra actitud la que hará posible como en los días del rey Salomón que veamos las maravillas de su esplendor y de su gloria.
Y sucedió que cuando los sacerdotes salieron del santuario, la nube llenó la casa de Jehová.
Y los sacerdotes no pudieron continuar sirviendo por causa de la nube,porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Jehová. (1 Reyes 8:10,11)